Joachim Aerts y su equipo del centro médico Erasmo de Roterdam (Holanda), lleva tiempo probando la eficacia de una vacuna contra el mesotelioma (uno de los tipos de cáncer más mortales, cuyo tumor se produce en la pleura, la membrana que recubre los pulmones, y está fuertemente relacionado por la exposición a asbestos, un componente tóxico que se empleó durante décadas en la construcción antes de su prohibición).

Las investigaciones que desarrollaron estos especialistas en animales, mostraron que las células dendríticas del propio sistema inmune eran capaces de frenar la enfermedad, y ahora acaba de publicar sus resultados con los 10 primeros pacientes que han probado la terapia.

Se trata de un ensayo en fase I, cuyo primer objetivo era demostrar que la terapia también es segura en humanos; aunque adicionalmente han observado indicios de eficacia. Los científicos extrajeron células dendríticas inmaduras del sistema inmune de 10 pacientes con un mesotelioma en fases iniciales que respondieron a la quimioterapia.

En el laboratorio, estas células defensivas fueron tratadas para que reconociesen como extraños los antígenos del tumor y, posteriormente, se volvieron a inyectar en su organismo.

Aunque el trabajo es aún experimental para extraer conclusiones firmes, los investigadores observaron en las muestras de sangre de los participantes un aumento significativo de anticuerpos (sustancias que produce el organismo cuando detecta elementos extraños) y apenas se registraron algunos problemas de fiebre y síntomas parecidos a la gripe tras 24 horas de la inyección.

Detectamos respuesta inmune en un número mínimo de pacientes tras la vacuna; si esto se traduce en una mejora de la supervivencia a largo plazo deberá ser dilucidado por futuros trabajos”, subrayan los autores del hallazgo.

El mesotelioma es una enfermedad que puede tardar entre 20 y 50 años en desarrollarse desde el momento de la exposición. Por eso, el doctor Aerts alerta de que la incidencia y mortalidad por este cáncer aún seguirán aumentando de aquí hasta el año 2020 a medida que vaya dando la cara.

La esperanza media de vida después del diagnóstico no supera los 12 meses con los actuales regímenes de quimioterapia, por lo que los investigadores señalan que es urgente seguir trabajando en vías alternativas que lleven hasta nuevas terapias“.

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