Poco sabemos acerca de los cambios psicológicos que conlleva la gestación en las mujeres. Algunos atribuyen a esta etapa diferentes cambios en el comportamiento de la futura madre.

Sin embargo, un estudio muestra que la gestación no está asociada a un mayor riesgo de sufrir trastornos mentales, salvo que la embarazada no se encuentre atravesando diferentes carencias, ya sean afectivas o de recursos sociales. La investigación, publicada en la revista ‘Archives of General Psychiatry’, aclara que las mujeres en peligro de padecer estos problemas son aquellas que en esta etapa tan importante se encuentran alejadas de sus parejas o compañeros sentimentales y las que han tenido alguna experiencia traumática.

“Dada la importancia de este periodo vital para las madres y el recién nacido es evidente que hay que tomar medidas urgentemente para mejorar la detección y tratamiento de trastornos mentales en las mujeres embarazadas y en la etapa de posparto”, señalan los autores del estudio.

Oriana Vesga-López, doctora del Instituto Psiquiátrico de Nueva York, y su equipo evidencian en el estudio que las mujeres embarazadas y aquellas que han dado a luz recientemente son extremadamente vulnerables frente a los trastornos mentales. Entre los motivos que fomentan esta vulnerabilidad se encuentran la falta de programas de salud maternal, los pobres cuidados prenatales y la carencia de acciones sanitarias destinadas a embarazadas en Estados Unidos.

Las mujeres con edades comprendidas entre los 18 y los 25 años que carecen de compañero sentimental, (ya sean viudas, separadas, divorciadas o solteras) y las que han sufrido experiencias traumáticas y de estrés presentan más probabilidad de tener una afectación.

“La edad, el estado civil, de salud y procesos traumáticos y estresantes en la vida de las mujeres están directamente asociados con un mayor riesgo de trastornos mentales en mujeres embarazadas o en la etapa posparto”, concluyen los autores.

El déficit de una atención sanitaria y psicológica durante la gestación puede acarrear consecuencias adversas para los hijos, tales como problemas de desarrollo y crecimiento, mal comportamiento en infancia y adolescencia o efectos negativos en alimentación y salud. Por este motivo, los investigadores insisten en la importancia de detectar estos problemas a tiempo y tratarlos.

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