La termoplastia bronquial, puede ser el fin de los fármacos para controlar los ataques de asma. Es una técnica endoscópica que aplica sobre los bronquios una corriente eléctrica que se transforma en energía térmica, su objetivo, reducir la musculatura y, de esta forma, prevenir las crisis asmáticas.

La energía por radiofrecuencia es la base de este nuevo tipo de broncoscopia. Ahora, los neumólogos pueden exponer los músculos de las vías respiratorias a estas ondas eléctricas e impedir que éstos se exijan, como sucede en los ataques de asma.

El autor principal del estudio y profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington (EEUU), Mario Castro aseguró: “Tras el procedimiento, los pacientes tratados con termoplastia bronquial experimentaron un control prolongado del asma un año después. Así lo demuestra la mejora de la calidad de vida, de los ataques de asma severos y de las visitas a urgencias por una sintomatología respiratoria”.

Con el paciente en un estado de sedación consciente, como ocurre con la broncoscopia habitual, los médicos alcanzan las vías aéreas mediante endoscopia (por la boca o la nariz). A través de un canal interno que llevan los broncoscopios, se introduce un catéter provisto de cuatro alambres que se extiende hacia los bronquios más periféricos. En ellos se aplicará la energía térmica en periodos de 10 segundos y tratando por segmentos de 5 mm todos los bronquios.

“El tratamiento completo requiere tres broncoscopias distintas, separadas en tres semanas, y cada una dura aproximadamente una hora. En cada sesión se trata una parte del árbol bronquial, salvo un pequeño lóbulo del pulmón derecho más susceptible al colapso e infecciones (el lóbulo medio)”, aclara el neumólogo español.

En caso de que la nueva técnica sea aprobada, sería la primera opción no farmacológica para tratar el asma moderada o grave.

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