Esta es una pregunta que siempre nos hacemos durante el verano, sobre todo cuando estamos en una piscina o en la playa. Y es que desde niños nos han enseñado que nadar después de haber ingerido alimentos, puede ser muy peligroso. Sin embargo, muchas veces hemos visto que un amigo o pariente nuestro, hace caso omiso de esta advertencia y se zambulle en las frescas aguas justo después de comer, provocándonos envidia y rechazo por los consejos de evitar sumergirnos en el líquido elemento posteriormente a la merienda o almuerzo.

Nuestro amigo o familiar, puede salir bien librado del chapuzón, como también puede sufrir un daño severo que lo puede llevar hasta la muerte. Por lo tanto, es importante conocer la verdad y también saber de buena tinta como es que funciona el organismo.

Para empezar, es importante mencionar que cualquier actividad física o deporte, realizada después de comer un copioso almuerzo, puede producirnos malestares estomacales. Y lo que es peor aún, si esta actividad incluye sumergirnos en agua fría, podemos provocarnos un corte de digestión, que en medicina se conoce como “Sindrome de Hidrocución”.

En este corte de digestión intervienen dos procesos:

1.El reflejo de inmersión. Nuestra temperatura corporal es mayor a la temperatura del agua, y más aún si comemos expuestos al sol. Si nos sumergimos en agua fría, con una temperatura elevada, nuestro organismo reacciona inmediatamente. Esta reacción puede implicar que no pase nada, o que colapse nuestro ritmo cardíaco, con el consecuente riesgo de sufrir una arritmia, que puede conducirnos hasta la muerte. Los síntomas de este shock por inmersión son: sensación de náuseas o vómitos, palidez, mareos, etc.

La explicación biológica de esta reacción del organismo está en que, tras sumergir la cabeza en el agua fría, se reduce nuestra frecuencia cardiaca. Los vasos sanguíneos más próximos a la piel se contraen para permitir que el cerebro reciba sangre y se procure mantener el calor del cuerpo. Esta reacción tiene mayor notoriedad en niños y ancianos, quienes tienen una frecuencia cardiaca más baja.

Si además este contraste de temperaturas es muy elevado, la reacción del organismo se multiplica negativamente. Por lo tanto, es recomendable evitar zambullirse repentinamente justo después de la comida, inclusive hasta después de varias horas.

La recomendación es clara, si vas a nadar o sumergirte en agua, hay que hacerlo mojándose primero las muñecas, la nuca y el pecho, para luego introducirse muy lentamente en el agua, con el propósito de aminorar la reacción de nuestro organismo ante la variación de temperaturas.

2. El otro proceso es la digestión, pues es evidente que si al reflejo de inmersión le unimos que tu temperatura corporal es mayor cuando comes y que la sangre que necesitará tu cerebro al zambullirte en el agua está acumulada en el estómago para asimilar todos los nutrientes, el resultado es más peligroso.

Entonces, ¿cuánto debemos esperar antes de sumergirnos en el agua?. Los expertos afirman que el proceso de digestión puede durar desde 20 minutos hasta 2 ó 3 horas, además que éste varía en función de lo que comemos, cómo comemos y cuando lo hacemos.

Por lo tanto, es recomendable que tomemos nuestras precauciones en cuanto a tiempo (dejar que transcurra un tiempo prudente entre la comida y el baño), y también en cuanto a la composición de la comida, pues una ingesta de grasas o proteínas puede retardar más el proceso de digestión.

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